El riesgo es la posibilidad de que ocurra un evento indeseable o perjudicial.

La gestión del riesgo consiste en identificar, evaluar y controlar los riesgos para minimizar la probabilidad de que ocurran o para reducir el impacto que tendrían si ocurren. Aquí nace la prevención del riesgo.

Los riesgos pueden ser de diferentes tipos y pueden estar relacionados con distintos aspectos de la vida, como por ejemplo, el trabajo, la salud, la seguridad o la economía.

Riesgos en el terreno laboral

Existen diferentes riesgos para la salud que pueden estar presentes en el terreno laboral.

Algunos de los riesgos para la salud más comunes en el ámbito laboral son:

  • Accidentes laborales: los accidentes laborales son una de las principales causas de riesgos para la salud en el lugar de trabajo. Los accidentes laborales pueden incluir caídas, choques, cortes o quemaduras y pueden ocasionar lesiones graves o incluso la muerte.
  • Enfermedades profesionales: son enfermedades que se adquieren como consecuencia de la exposición a determinadas sustancias o agentes en el lugar de trabajo. Algunos ejemplos de enfermedades profesionales son el asbestosis, la silicosis o el cáncer de pulmón.
  • Trastornos mentales: el estrés laboral o el burnout son trastornos mentales que pueden afectar a los trabajadores y tienen consecuencias graves para la salud.
  • Exposición a sustancias peligrosas: La exposición a sustancias peligrosas, como productos químicos o sustancias tóxicas, puede ocasionar enfermedades muy graves.

Riesgos para el medio ambiente

Las empresas pueden tener también un impacto en el medio ambiente debido a sus actividades y procesos productivos.

A raíz de este impacto, nacen las regulaciones que tratan de minimizar los riesgos para el medio ambiente que pueden estar presentes en el ámbito empresarial. Los riesgos más comunes son:

  • La contaminación: las empresas pueden generar contaminación a través de sus procesos productivos o de sus residuos. La contaminación puede afectar a la calidad del aire, del agua o del suelo y puede tener consecuencias graves para la salud y el bienestar de las personas y de la fauna y flora.
  • Consumo de recursos naturales: las empresas también pueden contribuir a la degradación del medio ambiente a través del consumo excesivo de recursos naturales, como el agua, la energía o los materiales.
  • Cambio climático: también pueden contribuir al cambio climático a través de la emisión de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, durante sus procesos productivos.
  • Degradación del hábitat: La actividad empresarial puede modificar su entorno si la propia actividad o los materiales que utiliza tienen la capacidad para ello.